Desde que hago shows de despedidas de soltera y hablo de sexo les voy a confesar que me siento grossa. Por ejemplo, cuando un nabo se me quiere hacer la estrella porno por Whatsapp le digo que soy una especialista en el tema, que no me venga con el cuadernillo del CBC cuando yo doy clases en el Posgrado.
Otra de las cosas que me hacen sentir grossa es ir al sexshop y que me saluden por el nombre. Ahí entro, inflada como si me hubiera tomado un Viagra de ego, a buscar los regalitos para mis shows. Casi siempre llevo los mismos productos, y por eso apenas me vio entrar, la dueña exclamó "¡Uy Sol! No tengo lo tuyo... esperame un segundito." y rápidamente levantó el teléfono para hacer una llamada de urgencia: "Hola, te llamo de la sucursal del centro. Necesito que me mandes todos los lubricantes anales que tengas porque acá una chica tiene una fiestita." dijo con una urgencia que hizo que los compradores del lugar (todos hombres en ese momento) se dieran vuelta para ver quién era esa chica.
Y ahí estaba inmóvil, en mi vestidito de verano, colorada hasta las orejas queriendo que me tragara la
tierra (y esto no es una referencia porno) y sintiéndome mucho menos grossa y mucho más yo.

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