martes, 5 de julio de 2016

"Anaïs", de Eloísa Tarruella por Juan Pablo Martinez

Mi nombre es Forrest, Forrest Gump. Ahora que ya no tengo algunas preocupaciones, me dedico a cortar el pasto gratis. De vez en cuando realizo algunas misiones que me encomienda el Teniente Dan, y mayormente pienso en Jenny, la chica más linda que vi en mi vida, como un ángel, con la voz más dulce y el nombre más bonito. A veces extraño a Bubba. Y eso es todo lo que tengo que decir.


Fui al teatro. Hubiese querido ir con Jenny, pero no tengo idea de dónde es que está, así que fui solo. De todas maneras, ella siempre está conmigo, y cuando la encuentre voy a contarle. La última vez que nos vimos me dijo que yo no sé lo que es el amor; después de ver esta obra, creo que tiene razón.

Como sugiere ya desde el título, "Anaïs" quiere narrar la vida de la escritora Anaïs Nin. Tengo una leve curiosidad por el tema, motivada por una vieja canción, pero ignoro casi por completo los hechos de la vida real de las personas retratadas. No sé si sería por una curiosidad similar, o porque el elenco tiene muchos parientes y amigos, pero la función del estreno estaba agotada. Mi torpeza me hizo protestar; me preocupó no poder verla, hasta que comprendí que lo que para mí era una mala noticia, para la gente de la obra era positivo. Finalmente pudieron ubicarme.

Es esperable que la trama esté centrada en el encuentro de Anaïs Nin con Henry Miller y la relación que de allí surge; lo que no creo que sea esperable es encontrar al personaje principal un poco desdibujado. Por momentos sentí que las cosas le ocurrían a la protagonista de una manera un poco pasiva, un poco ajena; por momentos sentí que la obra debía llamarse mejor "Henry"; por momentos me sorprendieron algunas cosas que, sospecho, son anacronismos; por momentos encontré alguna parte floja en el texto. Y disculpen que empiece por lo negativo; creo que tiene muy poco peso en el conjunto.

Disfruté mucho de la obra, voy a decir. Por los personajes es tal vez evidente que se hablará de pasiones, romances, esas cosas que me son ajenas y que Jenny dijo con suficiente razón que no entiendo o no conozco. El tratamiento del tema es correcto. Fuera de los puntos negativos que ya mencioné, el texto depara más de una agradable sorpresa, más de una situación que podría catalogarse de universal, abordado desde una posición íntima y sin caer en el lugar común. No soy especialista, pero la decoración, los muebles, el vestuario, me parecieron apropiados y colaboraban con la ambientación, más allá de algún elemento de utilería equivocado. La disposición en el escenario de los ambientes abre un juego de idas y vueltas interesante, un intercambio rico. Me llamó la atención la actuación de quienes hacen de Henry y de June: nunca los había visto, pero sus representaciones me parecieron muy sólidas y me da la impresión de que tienen una presencia escénica muy fuerte.

Tengo que decir que no pude ver bien alguna parte de la obra. Lograron ubicarme en la sala, sí, pero la posición era un tanto incómoda, y la visual me quedaba obstruida. Esto, imagino, debe ser la realidad dentro del circuito independiente de teatro porteño. El resto es atribuible a las dificultades y los nervios propios de un estreno. Lo que se nota y se transmite es que detrás de la obra hay una labor de amor, por el tema desde la dramaturgia, y por la actuación y el teatro desde el equipo.
Recomiendo la obra buenamente. De hecho, estoy pensando en verla otra vez. Voy a ponerle ocho de diez zapatillas para correr.

"Anaïs", de Eloísa Tarruella.
Con Flor Berthold, Florencia Naftulewicz, Ariel Núñez y Santiago Pedrero.
Sábados a las 20:00 en Teatro Pan y Arte, Boedo 876.
Hasta el 30/07/2016.

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