lunes, 16 de mayo de 2016

El Radical

En una época tan politizada como ésta, en la cual el mundo parece dividirse entre macristas y kitchneristas (y después de mi experiencia con El Anarquista) encontrar a un militante de la UCR fue como volver el tiempo atrás, a una época que relaciono con todo lo naif y soñador de la política, de otro país que parece lejano a éste, donde cambiar el mundo era una posibilidad que flotaba en el aire.

Claro que, mientras que ser militante de la UCR en los 80 era casi un acto de justicia, en el 2016 que alguien se presente así resulta por lo menos raro. Muy raro. Tirando a pelotudo. Lo primero pensé es: "¿existe aún la UCR?" con miedo a sonar como la Su Giménez diciendo "¿vivo?". Y sí, les cuento que existe... y que además tiene militantes.

Nadie más extremo y radical que El Radical. El tipo pasaba en un parpadear de  mandar "a todos los negros al paredón" a planificar un viaje al África queriendo solucionar él solo el hambre en el mundo (porque la gente importante no trabaja en equipo). Y así me tenía a mí también entre el amor extremo y la indiferencia.

Hacía una semana que había desaparecido de la faz de la tierra cuando un domingo a las 7 de la mañana me llega un WhatsApp que decía: "Sole, dejá de tomar las pastillas. Quiero tener un hijo con vos". Por un momento pensé que se había equivocado de persona, después que estaba drogado o borracho pero no, para la extraña psiquis de El Radical, todo tenía un sentido. Todo menos que yo lo bloqueara de toda forma de comunicación para pasar a una existencia más cívica y menos radical. ¿Preferís escucharla?

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