
Pero EA, que tan cool nos parece de este lado de la General Paz, te lleva a fiestas en el conurbano profundo donde te sentís totalmente fuera de lugar y demasiado vieja ya para el turismo aventura en espacios ocupas de dudosa higiene y una humedad que no va con tu look canchero de calefacción constante y mucho menos para estar a cada paso desenterrando los tacos del barro o de un piso irregular de maderas que prometen una caída libre en cualquier momento.
Y mientras EA planea la revolución social con tus amigos a vos te preocupa el dolor de cabeza que vas a tener al día siguiente por la cerveza barata y la falta de comida. Se lo perdonás, por unos meses, porque su entusiasmo revolucionario se mete entre las sábanas y porque te gusta pensar que la revolución es un sueño eterno hippie chic.
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